miércoles, 26 de noviembre de 2014

Polarización Social




POLARIZACIÓN SOCIAL


Ernesto Ramírez García
A00568704
Ética, Persona y Sociedad
Dra. Alicia María Ocampo Jiménez
26/11/2014
En el mundo actual vivimos bajo una economía que solamente ocasiona una mayor brecha entre el nivel socioeconómico alto y el bajo, lo que causa un aumento considerable de la inseguridad, así como la sobrepoblación, como consecuencia de la falta de educación en los sectores más humildes, y así mismo, un mayor número de personas migran a zonas con un gran riesgo de incrementar el ritmo de este círculo vicioso. La polarización social, un fenómeno que ocurre muy notoriamente en la Zona Metropolitana de Guadalajara, está creciendo paralelamente a la construcción de cotos y privadas residenciales en la ciudad. De igual manera considerando otra gran problemática en la ciudad, el tráfico, podemos ver que esta generación de sitios enrejados, así como los ya existentes, contribuyen a hacer aún peor este conflicto.  En el presente trabajo, se tiene como tesis que los fraccionamientos cerrados restringen el libre tránsito, aumentan la segregación social en niveles socioeconómicos y al final en lugar de dar solución a problemas de seguridad y vivienda sólo propician la polarización social, el crecimiento no sistematizado y bien resuelto de la ciudad,  así como la delincuencia, el deterioro social y de la ética ciudadana.

Un argumento que está en contra de la tesis anteriormente mencionada sería que, todos tenemos derecho a la privacidad individual y de nuestros allegados, al vivir en un espacio exclusivo donde sólo tiene acceso, quien se desee que tenga, existe control de los individuos que se enteran de estas actividades personales  y así se mantendría cuidada la intimidad. La privacidad como autonomía personal ha crecido de tal manera que se ha convertido en un derecho fundamental. Esto con respecto a la teoría del egoísmo ético, se vería como correcto porque el desarrollo individual es lo único esencial, ya que uno no se puede hacer responsable del desarrollo de alguien más, porque resultaría imposible poner los intereses de alguien más, antes que de los nuestros.
Sin embargo, como ciudadanos del país tenemos el derecho constitucional a transitar libremente por todo el territorio nacional, es por esto que un fraccionamiento no tiene la libertad de decidir quién puede transitar por sus calles o no, sin mencionar que al generar estos pasos restringidos, sólo ocasionan más tráfico vehicular. La construcción de nuevos fraccionamientos residenciales se da mayormente en la periferia de la ciudad o algunas veces en grandes espacios de plantíos o áreas baldías dentro de núcleos sociales. Ambas situaciones, ocasionan erosión en el medio ambiente, y además la planeación urbana que se le da a estos nuevos asentamientos no tiene una organización bien sistematizada, la cual no crea suficientes rutas alimentadoras, que en un futuro causará un aumento en la densidad habitacional en el lugar y esta tendrá pocas vías de accesos y pocas áreas naturales.
Un claro ejemplo de esto sería la construcción de las zonas residenciales cerradas alrededor del ITESM Campus Guadalajara, que sólo dejaron como vías transitables la Avenida Aviación y la Avenida Santa Margarita, en las cuales a lo largo del día tienen una alta concentración vehicular, si en cambio no se hubieran cerrado fraccionamientos tales como Valle Real o Jardín Real, se hubieran podido construir rutas alternas que harían más fluido el tránsito o bien, hubieran servido para proporcionar espacios recreativos, que escasean significativamente en esta zona de la ciudad. Este argumento se sustenta de igual forma en el utilitarismo de motivos, que habla de: “si la experiencia muestra que la felicidad general se alcanzaría de manera más satisfactoria si los hombres a menudo actuaran por motivos distintos de la pura filantropía universal, es obvio que, por los principios utilitaristas, razonablemente se prefieran estos otros motivos” (Rachels, 2013). Esto se puede ver que sería mejor que todos actuaran de una forma en la que se obtengan los objetivos de todos, pero dé un mejor bienestar general, por ejemplo, si no se cercaran estos espacios, se crearía una circulación más eficaz, áreas verdes y  espacios más seguros, porque ya no existiría la ya mencionada, polarización social.
Cualquier individuo tiene derecho a vivir en un lugar seguro que le permita desarrollarse íntegramente. Al vivir en una sección que tiene acceso restringido, se pueden vigilar  de mejor manera la integridad de quienes habiten en ese sitio. Los grupos socioeconómicos bajos crecen de manera más rápida y su ocupación de territorio es más extenso que el de grupos con ingresos más elevados, esto aumenta la inseguridad social, un modo de mantenerse seguro es vivir en un espacio con gente del mismo nivel socioeconómico y que este sea exclusivo para estas personas.
Un argumento que apoya la tesis y refuta el argumento anterior es, los fraccionamientos ocasionan una mayor brecha social en la ciudad, esto ocasiona mayor discriminación hacia las personas de niveles socioeconómicos bajos o discriminación a cierta apariencia física, citando a Guillermo Peñalosa, encargado de deportes y recreación de la alcaldía de Bogotá, en una conferencia dada en el ITESM Campus Guadalajara: “En el parque (espacio público) todos somos iguales. El rico, el pobre, el de una etnia, el bajito, el gordo, el flaco […] las personas se pueden sentir de igual a igual, pueden mezclarse  y convivir” Si las ciudades siguen construyendo fraccionamientos cerrados, esto generará una mayor segregación residencial, ocasionando una mayor desigualdad de oportunidades en la sociedad y un aumento en la inseguridad. El documento cita a Sabatini et al. (2009:19) “Los grupos más pobres están asociados con un alto desempleo de los jefes de hogar al igual que el desempleo de los jóvenes. A la vez con jóvenes que no estudian ni trabajan. Estas condiciones pueden llevar a delinquir”. Se puede tomar el utilitarismo del acto para sustentar porque es incorrecta esta práctica, este utilitarismo afirma que la acción que de mejores resultados será la mejor acción, el acto de cercar ciertos espacios de la ciudad, no sólo causa que una gran parte de la población tenga problemas, sino que también trae consecuencias negativas para las personas que están dentro de este, porque crean una necesidad por estar en un lugar amurallado, ya que se sienten en un estado de guerra que les impide disfrutar su entorno.
Con el desarrollo de los argumentos redactados, podemos concluir que el hecho de crear espacios que se encuentren cercados, es éticamente incorrecto. Ya que para empezar, estamos privando la libertad de tránsito, aumentando la circulación vehicular por vías que no están diseñadas para tal número de automóviles, se disminuye el espacio público y las áreas verdes, y sólo aumenta la polarización social en la ciudad. Si se tomaran las medidas y se llegara a generar una conciencia de ver a la ciudad como un espacio público y no como un gran lugar que podemos ir segmentando para nuestro beneficio personal, entonces se estaría llevando a la sociedad a un nivel moral más alto que tendría  como desenlace la búsqueda de mejorar a la ciudad y la vida de sus habitantes. En este momento en el que la polarización social dejara de ocurrir, de igual forma aumentaría la moral de los habitantes ya que de esta forma se reduciría la discriminación y los prejuicios que existen hacia un sector, así mismo la sociedad buscaría las mejores oportunidades colectivas que finalizarían en un crecimiento notorio en la calidad de vida de la ciudadanía.


Referencias

Rachels, J. (2013). Una Teoría Moral Satisfactoria. Introducción a la Filosofía Moral.
(p. 299) México: Fondo de Cultura Económica

Rachels, J. (2013). El Egoísmo Ético. Introducción a la Filosofía Moral.
(p. 135) México: Fondo de Cultura Económica

Rachels, J. (2013). El Enfoque Utilitarista. Introducción a la Filosofía Moral.
(p. 150) México: Fondo de Cultura Económica

Garín Contreras, Alan; Salvo Garrido, Sonia; Bravo Araneda, Gonzalo. (2009). Tendencias en la segregación residencial en Chile. Revista de Ciencias Sociales (Ve), Septiembre-Diciembre, 407-418.

Rodríguez , J. & Arriagada , C. (2004). Segregación residencial en la ciudad latinoamericana. EURE, XXX(89) 5-24. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=19608901

Landino, P. La democracia juega en los parques de Guillermo Peñalosa. Guadalajara, México.

Pérez-Blanco, C. D. (2012). La dinámica del subdesarrollo y su relación con el deterioro ambiental. Economía, Sociedad y Territorio, XII(38) 81-105. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11122403004

Derecho a la privacidad. Cornell University Law School. Recuperado el 09 de septiembre de 2014 de http://www.law.cornell.edu/wex/espanol/derecho_a_la_privacidad_autonom%C3%ADa_de_las_personas      

El derecho humano a una vivienda adecuada. Naciones Unidas Derechos Humanos. Recuperado el 09 de septiembre de 2014 de
http://www.ohchr.org/SP/Issues/Housing/Pages/HousingIndex.aspx

Perez, J. ( 9 de mayo del 2012). ¿y la libertad de tránsito?. El Siglo de Durango. Recuperado el 09 de septiembre de 2014 de http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/371795.y-la-libertad-de-transito



Médicos y eutanasia



Ana Cristina Ramos Morales



El papel de los médicos en la eutanasia
¿Qué es la eutanasia? Para entender esto, podemos comenzar analizando los diferentes conceptos y formas de la misma. Se le llama eutanasia activa a la realización de un acto concreto que resulta en la muerte de una persona. En cambio, la eutanasia pasiva ocurre cuando se inicia o se interrumpen los medios que mantienen la vida del paciente. De igual manera, la eutanasia se puede clasificar en voluntaria y no voluntaria, cuando una persona expresa el deseo de morir y cuando el paciente no puede dar su consentimiento, respectivamente (Francisconi, 2007). Algunas personas, por ejemplo personas con enfermedades terminales piden al personal médico a su cargo el terminar con su vida y sobre todo con su sufrimiento, lo cual representa un dilema para muchos de ellos.
En este ensayo se pretende hacer una revisión acerca de las implicaciones y el papel que juegan los profesionales de la salud en la eutanasia, así como de los puntos en contra y a favor del mimo tema. Como punto importante cabe resaltar que en este ensayo se trata el tema de la eutanasia activa, descrita anteriormente.

Palabras clave
Eutanasia activa, ética médica, muerte digna, acto médico, autonomía

Se ha planteado la práctica de la eutanasia por parte de los médicos como un dilema entre los mismos. Son muchos los médicos que piensan y rechazan la práctica de la misma, sea por sus creencias o por su punto de vista ético del asunto. Algunos otros presentan puntos a favor, es decir, piensan que la práctica de la misma es válida. Pero ¿por qué entones son bastantes los médicos que se niegan a hacerlo?
Entre los puntos que se presentan a favor de la eutanasia, se argumenta que ésta es un acto de benevolencia, que la vida es un derecho y no un deber, entre otras cosas. Hay también quien ha planteado como un punto a favor de la eutanasia, que la práctica de la misma puede ayudar a reducir los costos en la atención de la salud, claro que, muchos otros piensan que este ni siquiera es un argumento válido.
Por su parte, los puntos que se han planteado en contra de que los médicos practiquen la eutanasia, van encaminados a los propósitos de la medicina misma y de las personas que ejercen esta profesión.
Empezando por el último punto, se ha planteado que: “el fin de la medicina es la prevención de enfermedades y lesiones,  así como la promoción y la conservación de la salud” (Echeverría, 2011), por tanto, como primer argumento en contra de la  práctica médica de la eutanasia es que ayudar a una persona a “morir bien” no está dentro de los fines que la medicina persigue, pues esto no se relaciona con el diagnóstico, la promoción y la conservación de la salud. Por esto, entonces, el fin que persigue la eutanasia no se relaciona con el fin que persigue la medicina, y entonces no hay razón para los médicos de practicarla.
Después de haber visto el primer punto, podemos ver que la eutanasia excede los principios de un acto médico, puesto que, como ya se mencionó, las acciones que llevan a cabo los médicos son el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de la enfermedad. Además de educar a los pacientes sobre las medidas preventivas que deben llevar a cabo para que los pacientes no recaigan en su enfermedad (Echeverría, 2011). De nuevo tenemos, que la eutanasia no persigue diagnosticar, tratar ni prevenir una enfermedad, sino que es una acción ejecutada por el propósito intencionado de causar la muerte de una persona para evitar el dolor y/o sufrimiento, lo que excede la naturaleza y objetivos de un acto médico (Echeverría, 2011). Así entonces, al terminar con la vida de un paciente, el médico no está poniendo en práctica los conocimientos médicos que le permiten llevar a cabo su labor y por tanto la eutanasia no tiene relación son la medicina o con lo que en ella se persigue.
Respecto al argumento planteado antes en este ensayo, se dice que la práctica de la eutanasia podría ayudar a reducir los costos en la atención de la salud. Sin embargo, el no hacerse cargo del enfermo vulnera el propósito de la profesión médica. Además, dar término a la vida de un paciente, con intenciones de reducir costos económicos, es utilizar a esta persona meramente como un medio, y no como un fin. Agregando a esto, el valor de una vida humana no es cuantificable, pues como menciona Kant en su teoría sobre el respeto a las personas “los seres humanos tienen un valor intrínseco, que es la dignidad” (Rachels, 2007, pp.211), y quitarle su dignidad a una persona para lograr un fin es, de nuevo, utilizarla como un medio.
Hay quien argumenta que la vida es un derecho y por tanto es renunciable, así cada persona es libre de decidir en cualquier momento si quieren renunciar a ella. Desde un punto de vista religioso la eutanasia estaría prohibida, pues la religión enseña que la vida es un regalo y es sagrada ante los ojos de Dios. Dios es quien le da la vida a cada persona, y únicamente Él puede decidir cuándo quitársela (Carrie, 2002).
Además del punto de vista religioso, el hecho de que la vida sea un derecho y por lo tanto, renunciable, va ligado a la capacidad de cada persona de decidir libremente y tomar sus decisiones, es decir, su autonomía. Se debe respetar la autonomía del paciente, y por tanto, respetar las decisiones que tome. Sin embargo, se piensa que la autonomía tiene un límite. El valor de la autonomía no radica en hacer cualquier elección, sino en hacer elecciones coherentes con marco de valores moralmente sólidos (Carrie, 2002).
Por otra parte, una persona como médico en ciertas ocasiones no podría estar seguro de qué tan fiable y auténtica es la autonomía del paciente, puesto que podría verse influenciado por la depresión de su estado o por la soledad, por tanto sus decisiones en ese momento podrían reconsiderarse.  “Los argumentos sobre los costos y mostrar piedad a los enfermos pueden tener un potencial elevado de abuso. Muchos creen que las familias de pacientes terminales presionan al paciente para que pida un suicidio asistido y tratan de convencer al médico de que es lo mejor para el paciente, cuando la motivación real de la familia es económica” (Marzilli, 2004, pp-83-86).
No se sabe realmente la libertad con la que el paciente está tomando las decisiones, pues estas también puede verse influenciadas por otros factores: presión, familia, etc. Aunque también existe la posibilidad de que esto no suceda. En este caso, es derecho del paciente ejercer su autonomía y “después de estar correctamente informado para poder tomar una decisión […] no se debe negar al paciente su deseo de morir” (Francisconi, 2007, pp.113).
Quienes promueven la eutanasia se apoyan en justificar la autonomía de la persona, que cada quien es libre de elegir. Sin embargo, para otros la autonomía de las personas tiene límites, sin estos la eutanasia sería un problema cada vez que se trate de bienes, como la vida, que poseen un valor jerárquicamente superior y anterior al de la autonomía (Carrie, 2002).
Dada la creciente conciencia contemporánea sobre el valor de la autonomía personal, cada vez son más numerosas las personas que invocan el derecho a terminar con su vida del modo más eficaz  y menos molesto. Para ello se apela a los médicos para que utilicen sus conocimientos y recursos con el fin de acabar con la vida de quien libremente lo solicite (Francisconi, 2007, p. 4).
La eutanasia se justifica por el derecho de decidir del paciente. Pero entonces podemos ver también si hay una decisión correcta en esta situación. Se ha planteado como ejemplo la pedofilia y el maltrato a los animales. “La cuestión de que una persona quiera maltratar animales o abusar sexualmente de niños ¿tiene algún peso moral?” (Carrie, 2002, pp. 69). Si al decidir si una acción es correcta se buscaran los deseos de una persona, esto sería correcto, pero en realidad se considera como algo que no es correcto, lo que nos dice que el deseo o la voluntad de realizar una acción no hacen de ella una acción correcta. Sin embargo, en este ejemplo podemos ver fácilmente que este punto no es aplicable en el caso de la eutanasia, pues en la mayor parte de los casos, esta no involucra o no daña a terceras personas, un punto que vale la pena subrayar.
La eutanasia activa es la acción deliberada para acortar la vida de una persona con una enfermedad terminal con el fin de finalizar su sufrimiento o permitirle morir con dignidad; también se le conoce como asesinato por compasión (Papalia, 2010). Es lo mismo intentar aliviar el dolor sin la intención de matar, aunque como efecto secundario se acelere la muerte, que matar por compasión (Behar, 2007).
“La eutanasia es un acto de compasión, caridad, benevolencia”, es lo que han dicho algunas personas. Según la teoría del egoísmo ético (que dice que cada persona tiene deberes solo consigo misma), hacer a otras personas objetos de nuestra caridad es degradarlas; les roba su dignidad individual y su respeto propio. Dejan de ser independientes, y pasivamente se vuelven dependientes de otros (Rachels, 2007, pp. 133). Además esta teoría menciona que velar por los intereses de otros, es contraproducente y que el mundo estaría mejor si cada quien viera únicamente por sí mismo. Menciona Ayn Rand que el altruismo es una idea destructiva que conduce a la negación del valor individual (Rachels, 2007, pp. 135).
Por último, tenemos el argumento de la pendiente resbaladiza, que podemos poner de la siguiente manera: si aceptamos cualquier clase de muerte por piedad, habremos entrado en una pendiente resbaladiza por la que inevitablemente avanzaremos, y al final cualquier vida será considerada de poco valor (Rachels, 2007, pp. 29). Al caer en una pendiente resbaladiza será imposible mantener la línea y evitar la extensión a situaciones menos justificables. En otras palabras, algo que podría ser justificable en una situación A puede parecer horrible en una situación B (Tulloch, 2005, p.32). Si parece justificable terminar con una vida porque esta no se considera “digna”, después podrá parecer justificable hacer lo mismo con la vida de otras personas, por ejemplo, personas con discapacidades. Como en el caso de Holanda, donde la eutanasia se legalizó inicialmente para pacientes terminales y después se extendió hacia personas con otras alteraciones físicas y malformaciones (Carrie, 2002).
Al practicar la eutanasia no se está protegiendo la vida de una persona. Al no valorar la vida de una persona con el valor que ésta realmente tiene y que es igual al valor de la vida de otras personas se corre el riesgo de quitarle su valor a la vida no solo de una, sino de todas las personas, y si la vida no se considera valiosa se perderá el respeto por la misma.

Conclusiones
En una opinión personal, considero que es tarea de cada médico decidir el cómo ejercer su profesión, qué acciones realiza y cuáles no dependiendo de sus creencias y razones personales. De esta manera, la práctica de la eutanasia no es algo que se pueda imponer a una persona o hacer de  ella algo que debería hacer cualquiera que se dedique a la medicina, ni tampoco algo que, en caso de que todas las partes involucradas estén de acuerdo, sea penalizado o juzgado de mala manera por otras personas, pues en este caso ninguna de las partes involucradas se considera afectada.
También creo que hasta no estar frente a una situación real, como médicos o como pacientes, no podemos ver la realidad de un caso como este y no podemos ponernos en una postura tan seria, pues posiblemente desconocemos el peso de las razones que llevan a cada persona a pensar y decidir sobre qué es lo que quiere hacer.
Los médicos estamos para servir y ayudar a la sociedad, dentro de nuestras posibilidades, aunque claro, como seres autónomos y capaces de decidir estamos en el derecho de hacer lo que de acuerdo a nuestros principios, creencias y valores consideremos correcto, pues de otra manera, por ayudar a los demás, nos estaríamos negando a nosotros mismos.

Referencias
   Básicas
Francisconi, C. (2007). Eutanasia: una reflexión desde la mirada bioética. Revista             Latinoamericana de Bioética, Vol, (7), 110-115. Recuperado de             http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=127020800009
Echeverría B. et al. (2011). Eutanasia y acto médico. Revista médica de Chile, Vol,      (139), 642-654. Recuperado de           http://www.scielo.cl/pdf/rmc/v139n5/art13.pdf
Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral. México: CFE.
Carrie, L. (2002). Euthanasia. Estados Unidos: Thomson.
Marzilli, A. (2004). Physician-Assited Suicide. Estados Unidos de América:         Chelsea House.

   Complementarias
Papalia, D. (2010). Desarrollo humano. México:McGrawHill.
Behar, D. (2007). Cuando la vida ya no es vida. ¿Eutanasia? México DF: Pax    México.
Tulloch, G. (2005). Euthanasia-choice and death. Gran Bretaña: Edinburgh        University Press.